Fecha: 27 de Noviembre de 2015
Una forma de consumo que debería ser universal.
La interacción del hombre con el medio ambiente es inevitable aunque si es posible que la acción humana mejore para cuidar su entorno cercano y, por tanto, todo el planeta.
Reflexionar
La primera acción importante es la reflexión sobre la interrelación de la persona con la naturaleza y sobre su comportamiento que antepone a los seres humanos en detrimento de la naturaleza. Esto repercute de forma directa o indirecta en el bienestar humano actual y el de las generaciones venideras. La información y la educación ambiental son claves para que los ciudadanos puedan repensar su manera de consumir.
Se trata, por tanto, de que la persona piense y sea consciente de cómo contribuye positiva o negativamente a la conservación del medio ambiente y como consecuencia sea coherente en sus acciones diarias y en todos los ámbitos: el hogar, el trabajo, el ocio, etc…
Rechazar
En una sociedad de consumo como la actual, las personas pueden elegir los bienes y servicios que consumen la mayoría de las veces. Por tanto pueden tener en cuenta los productos tóxicos, no biodegradables o no reciclables para dejarlos fuera de la lista de la compra.
Las etiquetas y la información al consumidor de los productos pueden ayudar a discernir cuáles hay que rechazar. Es importante que cada persona se preocupe de conocer bien los símbolos de reciclaje puesto que transmiten datos necesarios para poder elegir convenientemente los productos y servicios a consumir.
Reducir
La prevención en el origen de la cadena de consumo es la mejor fórmula para posteriormente generar menos residuos.
La lógica nos indica que menor consumo de bienes supone un menor gasto y disminuye la explotación de los recursos naturales. Además la contaminación será menor si se generan menos deshechos.
Por ello, antes de adquirir un producto es importante considerar si es necesario, si la forma y cantidad en que se compra puede mejorarse, si su embalaje y el transporte para hacerlo llegar al consumidor pueden reducirse,….
Y qué decir del consumo del agua y de energía para todas nuestras actividades…
Reutilizar
Prolongar la vida útil de los bienes contribuye al ahorro y a disminuir el impacto ambiental. Los envases o productos de usar y tirar son la antítesis de un consumo responsable y ecológico.
La reutilización es posible de muchas formas. Prolongar la vida de los productos es posible en muchas más ocasiones de las que se creen. Tan sólo con analizar diariamente la actividad de la persona se pueden descubrir numerosos cambios de comportamiento para reutilizar los productos habituales.
Reciclar
Separar los residuos de manera adecuada para su posterior reciclaje es una acción con múltiples beneficios medioambientales. Las basuras recicladas no acaban en los vertederos, cada vez más saturados, los materiales desechados se aprovechan para elaborar nuevos bienes y, por ello, se evita la extracción de nuevas materias primas y se reduce el consumo de energía en su elaboración.
Redistribuir
Los desequilibrios entre los países ricos y pobres no sólo afectan a sus habitantes, sino también al medio ambiente. La humanidad ha duplicado en los últimos 40 años su huella ecológica global, de manera que el consumo actual se basa en la utilización de los recursos de otros territorios o de generaciones futuras.
Reclamar
Los consumidores pueden y deben tener una participación activa en las actividades que influyen en su vida cotidiana. La ley ampara la posibilidad de reclamar y exigir actuaciones que contribuyan a mejorar el medio ambiente y la calidad de vida de los ciudadanos.
Todas las personas son la base del sistema productivo y sus decisiones de compra pueden modificar las tendencias del mercado. Por ello, realizar un consumo responsable es una manera indirecta de reclamar a las empresas que incluyan la variable ecológica en sus bienes y servicios.